-Que tormenta. Vamos a escondernos debajo del árbol.
-¿Cariño, has pedido tú un reloj por correo?
-Se ha encasquillado. Dejame ver si la bala está dentro.
-Huele un poco como a gas.
-¿Aterrizar? Eso no lo pusieron en el examen.
-Compré los frenos en un especial, Una ganga!.
-Esta pasta de dientes que venden los hitatanos es mejor que la colgate, no pica y es mas barata.
-El freno es el de la derecha ¿No?
-Por internet parecía buena gente.
-Mira, apoyando la oreja se oye acercarse el tren.
-Armani no, mamá, Tsunami.
-Los perros llevan una semana sin comer, pero saben quién es su amo.
-Tranquilo, tengo un libro de hongos con fotos y de to’.
-Señor Zeppelín, en el dirigible se puede fumar, ¿No?
-En esa ala se ve algo raro, ¿No?
-Houston, se oye como un ruido raro.
-O sea, que el cable azul, ¿No?
-Bienvenido a bordo, señor… Laden.
-¡Señor, ha dejado la mochila debajo del asiento!.
-¿Hoy manejas tú, Miguelito?
-Metete en rojo, no le pares. Por la noche casi no pasa nadie por aqui.
-Espera, deja de tirar cocos desde arriba que me llaman al celular.
-Claro que no pasa nada por secarse el pelo en la bañera.
-No, si llevas suelas de goma, no pasa nada.
-Aunque esté vencido por unos días no pasa nada.
-Manolo, sé que eres comprensivo. Tu mujer y yo…
-(Ladi Di) Tranquilo, Dodi, el chofer es de confianza y por el túnel llegamos antes.
-(John Lennon) prestame un lapicero, Yoko, que viene un fan.
-(J. F. Kennedy)Mira, Jackie, la gente nos saluda desde la ventana.
-Qué suerte, soy el primero en probar la montaña rusa.
-Bah, el casco te quita la sensación de libertad.
-Tranquilo, está amaestrado.
-¿Seguro que tantos cierres del paracaídas son necesarios?
-Olvidate del letrero. A los elefantes les encantan los manies.
-Bah, por aquí cruza todo el mundo.
-Con la cantimplora chiquita voy y vengo.
-Estos aborígenes parecen amistosos.
-Venimos en son de paz.
-Mamá, mira lo que hago.
-Vamos a bucear hasta el fondo. Nos sobra oxígeno.
-Adolf, ¿Para qué son esas latas de gasolina?
-Tranquilo, en invierno los osos están aletargados.
-Prestame el encendedor que no veo debajo del fregadero.
-¡A ver quién frena de último!
-¡Mamá, ya verás cuánto aguanto debajo del agua!
-Entonces, esta magia es segura, ¿No?
-Klaus, no lances el cuchillo todavía, que me pica la nariz.
-Los cuchillos, ¿Los guardas en la estantería de arriba, ¿No?
-Estas pastillas creo que eran para la tos.
-Que no se preocupe mi hermano, que esta guillotina es una reproducción.
-Tokio no es seguro, hijos, vámonos con la tía de Hiroshima. .
-Conozco estos pantanos como la palma de mi mano.
-Te dije que era un pastor alemán.
-Ya me lo curaré cuando llegue a casa.
-¿Esto no tiene la mecha muy corta?
-No, no, para el peluche apunte un poco más arriba.
-Abuela, cósame el botón este (en el pecho)
-El botón rojo, ¿Para qué era?
-Claro que confío en ti, mi amor.
-Aquí hago fondo seguro ¿No?
-Mamá, ¿qué es un tornado?
-Ese avión va muy bajo, ¿no?
-Le quitas eso verde de arriba y lo demás sigue estando rico.
-Eso sí se puede meter en el microondas.
-Ok, yo me escondo en el armario, pero no te olvides de venir a abrirme.
-Apague la luz de la habitación. Ahí, al lado del respirador automático.
-Vamos a sobrevolar la casa blanca.
-¿Descompresión? Bah, eso es para maricones.
-Creo que Manolo ha cambiado, voy a darle otra oportunidad.
-Uy, este volcan lleva años inactivo.
-Vamos a tirarnos aquí, que parece que nos tapa.
-Pues yo, de cabeza.
-No, no, pongan otro carro que voy por el record.
-Voy a decírselo al padrino, que hoy está de buenas.
-Ves, hay que cogerlos así, por el cuello.
-Al cocodrilo le aprietas la boca y es inofensivo.
-Nada de paracaídas, hay que aligerar peso.
-Hora de almorzar, no se haga el remolón, señor Anibal Lecter.
-¿Una katana, hijo? ¿Para qué quieres eso?
-No, yo no necesito extras.
-Bah, las instrucciones no las lee nadie.
-¿Qué es lo peor que puede pasar?
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