El dueño era un pastor protestante que amablemente les mostró la casita.
Estaba aislada y por todos los conceptos les convino. La familia decidió quedarse con ella, pero de regreso a Inglaterra, sin parar de hablar de la casita y recordando con ilusión todos los detalles, cayeron en la cuenta de que no habían visto el WC.
Con el sentido práctico que tienen los ingleses, la esposa escribió al pastor protestante decidida a enterarse de tan conveniente extremo, redactando su carta así:
“Estimado Pastor: Soy un miembro de la familia inglesa que hace poco ha alquilado su linda casita en el campo para el veraneo venidero y, como omitimos enterarnos de un detalle importante, le rogamos nos indique dónde queda más o menos el WC”
Finalizaba la carta con las frases de rigot. La contestación no se hizo esperar, pero el pastor desconocía el término WC, creyó que se trataba de la capilla de su religión llamada Welf Church y contestó con la carta siguiente:
“Estimada señora:
Tengo el gusto de comunicarle que el lugar por el que Vds. se interesan queda a sólo 12 kilómetros de la casita, lo cual es algo molesto si se tiene en cuenta que hay costumbre de ir con frecuencia, pero algunas personas llevan la comida y permanecen en el lugar todo el día.
Algunos viajan a pie y otros en tranvía y llegan en el momento justo y preciso. Hay sitio para 400 personas sentadas y otras 100 de pie. Los asientos están forrados de terciopelo púrpura. Les recomiendo que procuren llegar a tiempo; mi mujer, por no hacerlo así, tuvo que soportar todo el acto de pie y desde entonces apenas recurre a ese servicio. Los niños se sientan juntos y cantan a coro. A la entrada se le da un papel a cada uno y el que no llega a tiempo se sirve del de su compañero o vecino, pero a la salida deben devolverlo para poder usarlo de nuevo en otros servicios.
Todo lo que se deja depositado se recoge para dar de comer a los niños del orfelinato.
Hay fotógrafos especiales que toman fotos de los participantes en la ceremonia en distintas posiciones, las cuales son publicadas en el periódico ‘Vida Social’ con objeto de que el público conozca a las altas personalidades y a sus convecinos en tan humanos actos.”
Tras la lectura de la carta, la familia inglesa, horrorizada, rechazó la casita, prefiriendo pasar el veraneo en Londres.
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