viernes, 12 de junio de 2015

Ginecólogo

"... Tenía consulta con el ginecólogo esa semana, pero quedaron en llamarme para confirmarme el día y la hora de la consulta. Temprano recibo la llamada de la telefonista del Consultorio informándome que mi consulta era para ese mismo día a las 9:30 de la mañana. Acababa de desayunar y eran las 8:45.

Entré en pánico, no tenía ni un minuto para perder. Yo tengo mucho cuidado con mi higiene íntima, principalmente si voy al ginecólogo, pero esta vez ni siquiera me daba el tiempo para darme una ducha. 

Subí Las escaleras corriendo, me quite el pijama, agarré una toallita lavada y doblada que estaba encima del borde de la bañera, la desdoblé, la moje pasándola después con todo cuidado por mis partes para tener la seguridad de que quedaría lo mas limpio posible. 

Tire la toallita en el canasto de ropa sucia, me vestí y volé para el consultorio.

Llevaba pocos minutos en la sala de espera cuando me llamaron para hacerme el examen. Como ya se el procedimiento, me senté sin ayuda en el borde de la camilla e intente imaginarme muy lejos de allí, en un lugar como el Caribe.

Me quede muy sorprendida cuando el medico me dijo: "Oh la la, hoy hizo un esfuerzo extra para estar mas guapa!"

No recibí muy bien el cumplido, pero no respondí. Me fui a casa tranquila y el resto del día se desenvolvió normalmente: limpie la casa, cociné, tuve tiempo de leer una revista, etc.

Después de la escuela mi hija de 6 años me grito desde el baño:

"Mama! Donde esta mi toallita?

Le grité que sacara una limpia del armario. 

Cuando me respondió, juro que lo que me paso por la cabeza, fue desaparecer de la faz de la Tierra. El comentario del médico de por si martillaba en mi cabeza sin descanso y mi hija me dice:

"No mama, yo no quiero una toallita del armario; quiero aquella que estaba doblada en el borde de la bañera. Fue en esa en la que deje todas mis brillantinas y las estrellitas doradas y plateadas para jugar!!"

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