lunes, 1 de agosto de 2016

En la limosna

Un amor especial
Rodrigo entró al bar, se sentó en su lugar favorito. Después de los saludos de rigor, le comentó a sus amigos:
- Mi mujer me ama como jamás ninguna mujer amó a un hombre.
- Ah, ¿sí? ¿Y por qué che? - preguntó el cantinero.
- Bueno, la semana pasada pedí dos días por enfermedad en el trabajo. Mi esposa estaba tan nerviosa y contenta de tenerme en casa, que cada vez que venía el lechero, el portero o el cartero, salía corriendo a la calle agitando los brazos y gritando "¡mi marido está en casa, mi marido está en casa!"

Un hombre mayor, italiano, que vivía en las afueras de Nápoles, fue a la iglesia local a confesarse.   
Cuando el sacerdote abrió el tablero del confesionario, el hombre dijo:
- Padre... Durante la Segunda Guerra Mundial, una mujer bonita golpeó a mi puerta y me pidió que la escondiera del enemigo. Así que yo la escondí en mi altillo.
- ¡Esa fue una cosa maravillosa que has hecho, hijo -contestó el  sacerdote
- No tienes la necesidad de confesar eso.
- No Padre, es que ella empezó a agradecerme con 'favores sexuales'.
- Estando en gran peligro y bajo esas circunstancias, dos personas pueden ser muy tentadas a actuar así. Pero si lo sientes verdaderamente, estás perdonado de hecho.
- Gracias, Padre. Ésa es una gran carga que le saca a mi alma . Pero tengo una duda más.
- ¿Y cuál es, hijo?
- ¿Cree que debería decirle que la guerra ha terminado? ..........

Una mujer en el confesionario: - Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor hasta el atardecer.
- Pues en penitencia, rezas tres padrenuestros y dejas 20 dólares de limosna.
Más tarde otra mujer:
- Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor hasta el amanecer.
- Pues en penitencia, rezas 10 padrenuestros, y echas 30 dólares de limosna.
Más tarde otra nueva mujer:
- Padre, hoy he conocido a Gregorio, y hemos estado haciendo el amor todo el día.
- ¡Pero esto no puede ser!, rezas 20 padrenuestros y echas 50 dólares de limosna.
Más tarde:
- Padre..
- Si, tu también has conocido a Gregorio y habéis estado haciendo el amor...

- No, padre. Yo soy Gregorio... O vamos a medias en la limosna, o me llevo a todas las mujeres a otra parroquia. 

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