Sin
embargo, una noche, mientras está por dormirse, escucha unos aullidos agudos
provenientes del jardín: el perro consiguió liberarse y montar a la perra, pero
ahora no pueden desengancharse.
Desesperado,
y a pesar de lo avanzado de la noche, el hombre corre al teléfono para llamar al
veterinario. Del otro lado, se oye una voz cavernosa, y se produce el siguiente
diálogo:
-¿Doctor Fernández? ¡Discúlpeme por la hora, pero no logro separar al perro de mi vecino que se subió a mi perrita! ¿Qué hago?
-¿Doctor Fernández? ¡Discúlpeme por la hora, pero no logro separar al perro de mi vecino que se subió a mi perrita! ¿Qué hago?
-Mire -responde el veterinario con el mismo tono-. Ahora cuelgue. Lleve el teléfono al lado de los perros, y yo lo llamo.
El
ring le va a hacer bajar la erección.
-¿Pero
eso funciona?.....
- Y....,al menos conmigo funcionó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario