domingo, 30 de marzo de 2014

de Argentinos

Los gallegos se encuentran hartos de las chanzas de los argentinos y
decidieron tomar el toro por las astas
Aquí va un anticipo de su venganza.
1. El médico y la enfermera en el hospital gallego contemplaban a los
recién nacidos que dormían en la cuna. Entre todos estos recién
nacidos, hay uno cuyos padres son argentinos.
- ¿Usted sería capaz de adivinar cuál es el párvulo argentino, enfermera?
- Pero doctor, no hace falta adivinar. El infante argentino es aquél.
El primero de la segunda fila.
- ¡Qué notable! ¿Y cómo lo ha sabido usted?
- ¡Hombre, sencillísimo! Es el primero que me cagó.
2. El chico llegó casi llorando del colegio:
-¿Qué te pasa, niño?
-Mamá, en el colegio me dijeron que si era judío no era argentino.
-No, mi vida. Vos sos judío y argentino.
-Bueno, pero entonces necesito saber qué soy más, ¿argentino o judío?
-¿Cómo qué sos más?
-Sí... qué soy más, y...necesito saberlo!
-¿Para qué?
-Hay un chico que me quiere vender una bicicleta. Por eso quiero saber
qué soy más.
-No te entiendo.
-Si soy más judío, voy y le regateo el precio, pero si soy más
argentino, salgo esta noche y me la llevo, ¿entendés?
3. Adivinanzas:
-¿Cómo llaman a los argentinos en Galicia?
-Ni idea.
-Espermatozoides.
-¿Por qué?
-Porque sólo trabaja 1 de cada 3.000.000
4. Anécdota urbana:
La ambulancia llegó velozmente a la escena del accidente de tránsito.
Bajaron los enfermeros con una camilla. El médico se acercó al
argentino que acababa de chocar y le dijo:Cálmese. Pronto lo
curaremos.
-¡Mi Mercedes! ¡Mi pobre Mercedes! ¡Cómo ha quedado mi Mercedes nuevo!
-Pero, ¡déjese de joder, hombre! Olvídese de su auto. ¡Su brazo
izquierdo ha quedado aplastado!
-¡Oh, no! ¡Mi Rolex! ¡Mi pobre Rolex!
5. Un argentino llevaba ya 20 años viviendo en La Coruña. Un día
decide visitar al psicoanalista.
-Mire, doctor, lo mío es muy grave. Siento que perdí la identidad
argentina. Siento que soy gallego.
-¿Cómo lo afecta esto?
-Y me afecta muchísimo. Cuando escucho un tango, me paro a bailar y
termino bailando una muñeira. Si, por ejemplo, tengo ganas de comer un
asado, termino pidiendo paella
-Pierda cuidado. Esto tiene fácil solución.
-¡No me diga!
-Sí. En media hora estará usted curado.
-¿Y cómo va a hacer, doctor?
-Lo hipnotizaré.
-¡Gracias, doctor! ¡No sabe cuánto se lo agradezco! ¡Gracias, gracias!
Con habilidad, el psicoanalista lo hipnotizó y le hizo repetir:
-¡Soy argentino! ¡Soy argentino! ¡Soy argentino!
Exactamente media hora después lo sacó del estado hipnótico.
-Veamos, ¿se siente usted bien ahora?
-¿Y a vos qué mierda te importa, gallego pelotudo?
6. El argentino intenta comprar en Galicia unos cigarrillos.
-Bueeeenas. ¿Vos sos el dueño de este quiosco?
-Buenos días tenga usted, señor. Verá: esto no es un quiosco, aquí lo
llamamos estanco.
-Esteeeeee, a ver, dame cigarrillos de
-¡Que no los llamamos cigarrillos! Los llamamos pitillos.
-Bueno, y dame también unos fósforos.
-Aquí no los llamamos fósforos, sino cerillas.
-Está bien. Dame unos encendedores.
-Que aquí no los llamamos encendedores. Los llamamos mecheros.
-Decime viejo, ¿y cómo llaman aquí a los hinchapelotas?
-No los llamamos. Vienen solos desde Buenos Aires por Aerolíneas Argentinas...
EL TAXISTA
Un hombre vuelve de un viaje de negocios, un día más temprano de lo previsto.
Es tarde y toma un taxi.
Cuando está llegando a su casa le pregunta al chofer si quiere ser
testigo de lo que va a encontrar, ya que piensa que su mujer lo
engaña, y que en este momento está con su amante.
El chofer, que es argentino,  acepta ser testigo a cambio de 100 dólares.
Entran sin hacer ruido, abren silenciosamente la puerta del
dormitorio, el marido enciende la luz y corre de un tirón las sabanas
de la cama. Y tal como lo imaginaba descubre a ambos, mujer y amante,
a galope tendido.
Fuera de sí saca su pistola y coloca el cañón en la sien del amante,
pero la mujer grita:
-No, no dispares,¡ no dispares, por favor ! ¡ Te mentí! ¡ Nunca recibí
una herencia de mi tía! Fue él quien pagó la 4 x 4 que te regalé,
nuestro yate, también nuestra casa en el lago, nuestras vacaciones y
el colegio de los niños. Hasta paga nuestras compras en Carrefour
El marido, fuertemente impactado por esa revelación, baja la pistola,
se vuelve hacia el taxista y le pregunta:
-Y Ud., en mi lugar, ¿qué haría ?
- Yo volvería a taparlo... ¡ no sea cosa que se resfríe !

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