miércoles, 6 de junio de 2012

Amsterdam

--Un turista latinoamericano de mediana edad, durante su primera visita a Ámsterdam, se dirige a la zona roja e ingresa a un prostíbulo.
La madame le da la bienvenida y lo invita a tomar asiento mientras le envía una jovencita para entretenerlo.
Se sientan, conversan, se toquetean un rato, beben un poco, ella se sienta sobre su falda. El hombre le susurra algo al oído, ella se levanta y sale
corriendo espantada.
Al ver esto, la madame le envía una chica aún más experimentada al caballero.
Se sientan y conversan, se toquetean un rato, beben un poco, ella se sienta sobre su falda. El hombre le susurra algo al oído... y la experimentada
chica grita ¡No! ...y se va corriendo.
La madame está muy sorprendida por este hombre que aparentemente está pidiendo algo tan descabellado como para que sus dos chicas no quieran
saber nada del tema.
Decide entonces que únicamente su chica más experimentada, la mejor de todas -Lola- no va a negarse. Lola nunca ha dicho no a nada. Y Es Raro que algo la sorprenda. Entonces la anfitriona la manda.
Se sientan, se toquetean un rato, beben, ella se sienta sobre su falda. El le susurra en el oído y ella grita: ¡De ninguna manera macho No Way! Le
pega un cachetazo y se va.
A este punto, la madame está totalmente desconcertada. Nunca había visto algo así en todos sus años de profesión en el prostíbulo. A pesar de que ella misma ya no se dedica a atender clientes, y al estar totalmente segura que no existe nada en el mundo a lo que ella se haya negado, decide ofrecerse ella misma. Además, piensa que será una lección para todas sus empleadas.
Se acerca al hombre y le dice que ella es lo mejor de la casa y que está disponible para él.
Se sientan y conversan, se toquetean, beben y luego ella se sienta sobre su falda.
Él se acerca a ella y le susurra al oído: ¿Puedo pagar en pesos argentinos?

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